lunes, 3 de agosto de 2015

Bipolaridad

Encontrarte con cosas que escribiste hace más de cuatro años y sorprenderte de vos misma.

Abril de 1718, Saint-Domingue, Cuba. 
La doncella Camile descendía apresuradamente las escalinatas de la casona. Sus risos dorados bailaban con la suave brisa de la primavera. Su risa, similar al sonido de unas campanillas tintineando, se oía en todo el jardín. Un suave brillo en sus ojos delataba la felicidad que en ese momento la invadía. Las ansias de gritar el nombre de aquella persona que descendía en ese mismo instante del carruaje, ese carruaje que reconocería en cualquier sitio, eran suavizadas por los mandatos sociales que aplicaban a una joven muchacha.
—Oh pequeña, no sabes cuánto te he extrañado en este extenso viaje, la próxima vez, querida mía, me acompañaras.— Pronunció William mientras abrazaba a Camile, su pequeña hija había crecido al menos diez centímetros desde la última vez que habían estado juntos, hacia ya poco más de cinco años.- ¿Cómo ha estado tu madre?- Inquirió, cambiando ese semblante tranquilo por uno que transmitía preocupación.
—Pues sus drásticos cambios de personalidad no han cambiado, el médico Pierre le ha dicho a tío Françoise que su locura no tiene remedio- Contestó Camile tristemente.
La tarde avanzaba, Camile se introdujo en su clase de piano mientras que su padre se dirigía al despacho de su hermano, François, quien se había encargado de su familia el tiempo en el que él debió estar en Francia.
—¿Se puede?— Preguntó William con la puerta a medio abrir.
—¡Claro! Adelante.— lo invitó el hermano mayor.
William tomo asiento en ese majestuoso sillón color verde olivo, mientras se disponía a hablar.
—François, debo hablar contigo sobre mi esposa, ella esta grave, pues eso lo puedo ver con mis propios ojos, pero  solo he hablado con Camile de ella, y sé que la has protegido brindándole la mínima información posible- habló
—Mira William, sabéis entonces que Camile no sabe casi nada del tema de Gabrielle, yo mismo he decidido en tu ausencia que así sea, pero Gabrielle no está bien, Doctor Pierre dice que no son comunes los casos como el de ella, pero que ya ha visto algunos. William, esto no tiene cura y pues solo hay dos maneras de llevar la perdida de cordura de tu mujer, una es tratar de controlar sus cambios de humor, cuando ella esta agresiva hay que calmarla y te aseguro que no es nada fácil, y la otra es internarla en el centro de salud mental del doctor Pierre, no es algo que sea barato, más bien es sumamente costoso, pero la plantación de azúcar nos está proporcionando mucho capital; estuve hablando con el nuevo contador, Jean Claude y hay presupuesto para tratar la demencia de Gabrielle.—Contestó François
—François, realmente no quiero mandar a Gabrielle a ese instituto, es totalmente impropio de una dama de su posición económica, además no creo que ella se sienta cómoda allí.
—William, yo tampoco quería considerar esta opción, pero últimamente sus ataques de locura duran mas y mas, y ya no reconoce a las personas de su alrededor, primero dejo de reconocer a los esclavos, luego a la servidumbre y últimamente ni a Camile reconoce, ella se está volviendo peligrosa, y no quiero que nadie en esta finca salga dañado, por eso la única solución que encuentro, hermano mío, es la internación de Gabrielle, es lo mejor, tanto para ella como para nosotros
Tres veces el sol se oculto, tres veces la luna apareció.
El insomnio de William no había disminuido en las últimas dos noches, pues su cabeza no podía dejar de pensar en su amada, en su loca amada. Él no quería que Gabrille quedara internada, pero no se arriesgaría a perder a su hermosa y amada hija. Camile era la luz de sus 
La decisión fue comunicada al cuarto amanecer, Gabrielle sería internada, a la tarde llegaría el carruaje que se la llevaría.
Camile descendía apresuradamente las escalinatas de la casona. Sus risos dorados bailaban con la suave brisa de la primavera. Su sollozo invadía el jardín . Un suave brillo en sus ojos delataba la profunda tristeza que en ese momento la invadía. Las ansias de gritar el nombre de aquella persona que era subida en ese mismo instante al carruaje, ya no eran suavizadas por mandatos, su madre sería trasladada a un instituto mental, ella ya no podría estar con su amada madre, con su alegre madre, con su loca madre.
Camile vió lentamente como el carruaje se alejaba, llevándose consigo a la nueva loca de Saint-Dominique, Gabrielle.

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